Optimizar el proceso de producción y el rendimiento de la fábrica es el objetivo principal de cualquier gerente o directivo. No importa el sector al que nos dediquemos: editoriales, laboratorios, industria alimentaria, artes gráficas, logística, marketing… Una fábrica más productiva siempre es sinónimo de mayores ingresos, y los procesos pueden mejorarse sin perder calidad en el resultado final. Cuestiones como las líneas de producción automatizadas pueden marcar un antes y un después en la productividad de la fábrica o de la compañía.
Instalaciones limpias y ordenadas
Un ambiente laboral agradable es imprescindible para que seamos productivos, y aquí es muy importante que la fábrica esté limpia y ordenada. Siempre será más fácil trabajar en este entorno que si reinan el caos y el desorden. Cada artículo o máquina debe tener su espacio, de modo que sea fácil encontrar cualquier producto cuando lo necesitemos. También es fundamental una asignación lógica de los espacios. Por ejemplo, la máquina flejadora debe estar junto a la zona donde se preparan los paquetes. Además, se ha de dejar espacio suficiente para que se muevan los trabajadores y evitar accidentes.
Líneas de producción automatizadas
La automatización es la revolución industrial de nuestra era, por lo que apostar por las líneas de producción automatizadas es sinónimo de éxito. El uso de maquinaria para packaging, como flejadoras, fajadoras, envolvedoras, enfajadoras, retractiladoras o precintadoras que tenemos en Deal II es el mejor ejemplo de esto. No solo ofrecen un excelente embalaje industrial, sino que permiten ahorrar costes, pues los productos están perfectamente protegidos y no sufren daños.
La maquinaria adecuada
La automatización industrial debe seguir dos pautas básicas. La primera es emplear maquinaria de calidad. Es la mejor forma de evitar imprevistos, como averías que provoquen periodos de inactividad, con los que no contaba la empresa y los consecuentes retrasos en la producción. La segunda es que los equipos técnicos se adapten al espacio y a los objetivos de la empresa. La maquinaria debe tener suficiente capacidad para afrontar el flujo de trabajo previsto o incluso para aumentar la carga de trabajo. No hay que sobrecargar las máquinas.
Mantenimiento de los equipos
De nada sirve apostar por la tecnología si no se cumple con el mantenimiento adecuado. Si se tiene cuidado con la maquinaria y se pasan las revisiones pertinentes, minimizamos el riesgo de averías. No debemos olvidar que estas pueden resultar dramáticas para la productividad de la planta, pues los productos saldrán defectuosos o directamente habrá que parar la producción hasta solucionar el problema.
Análisis y planificación
Tan importante es ser consciente de la situación de la empresa (análisis) como estar preparados para atender las necesidades productivas (planificación). Son dos conceptos que van de la mano cuando hablamos de mejorar la productividad. Hay que conocer los recursos que tenemos en la planta productiva, tanto humanos como en el ámbito de la maquinaria, y la capacidad de trabajo que podemos asumir. De este modo, podremos fijar objetivos realistas y medibles.
Priorizar tareas
En líneas generales, el proceso de producción es lineal. Hay que ser capaces de organizarse a partir de las prioridades. Estas pueden cambiar en cada momento, pero, al diseñar el plan de trabajo, es muy importante señalar las prioridades adecuadas para que los trabajadores sepan a qué atenerse en caso de duda.
Una plantilla motivada
Un equipo feliz será más productivo que otro donde no hay buen ambiente. Por lo tanto, hay que tratar de mantener cohesionado el grupo. El hecho de ofrecerles formación u oportunidades de crecer en la organización y progresar es la mejor forma de mantener la motivación y evitar fugas de talento. También es importante conocer las fortalezas de cada trabajador y asignar tareas en función de sus habilidades. Si encargamos un determinado trabajo al empleado ideal, resultará más fácil que lo complete con éxito.
Formación y comunicación
Los trabajadores deben estar capacitados para manejar la maquinaria. Si no es así, de nada sirve automatizar los procesos de producción. Cuando se introduce alguna novedad en la forma de trabajar (una máquina, un proceso, un nuevo control de calidad, etc.), hay que explicar bien a los empleados estas novedades y formarlos en la gestión de los nuevos recursos.
También es básico que sean capaces de detectar posibles fallos en los procesos y reportarlos sin temor a represalias. Una comunicación fluida repercuta en una mejor productividad a corto, medio y largo plazo.
Reducir el desperdicio
Está claro que llegar al desperdicio cero es imposible, pero sí que se puede trabajar en aras de minimizar los residuos del proceso productivo. Estos suponen una pérdida económica, por lo que la productividad se resiente. Envases, excedentes de producción o productos defectuosos son algunos ejemplos de elementos a reducir.
Evitar los flujos de trabajo ineficientes
La ineficacia es un obstáculo para la productividad. Tener un trabajador que debe ir de una punta a otra de la fábrica para completar una tarea aumenta los tiempos de producción. Quizás a corto plazo no se note demasiado, pero a largo plazo es un importante lastre. Por eso, podemos reorganizar la fábrica y el plan de trabajo para hacerlos más eficientes. Un pequeño cambio puede suponer el ahorro de bastante tiempo en la producción de una unidad.
Hay numerosas medidas con las que mejorar el proceso de producción en la empresa. Un buen gerente o responsable de la planta será capaz de analizar los aspectos a mejorar y adoptar las medidas necesarias para ser más productivo mediante, por ejemplo, la introducción del IoT industrial o el uso de maquinaria para packaging de calidad. La inversión que exigen estas decisiones es importante, pero el aumento de la producción es evidente y no tardará en rentabilizarse.